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Editorial .Mes de los niños

Nuevamente nos acercamos a una fecha muy especial como lo es el Día del Niño. Este día nos hace pensar en los niños que fuimos cada uno de nosotros, en nuestros hijos y en nuestros nietos, en épocas de felicidad e inocencia aún en difíciles circunstancias, como ha sido y lamentablemente aún es la realidad de millones de niños en el planeta.

Por nuestros ojos casi cotidianamente se presentan instantáneas de niñas y niños sobreviviendo a la locura de la guerra de Siria, Yemen, Palestina y otros tantos lugares del mapa mundial o de su explotación en gigantes fábricas de la industria textil asiática o andando sin rumbo y sin certezas por las calles de las grandes urbes latinoaméricanas y muchas veces como reclutas forzados de guerras del África, esos niños iguales en inocencia y en esperanzas a los que viven en los guetos de los países del capitalismo central de Europa o EEUU por razón de su clase u origen. Aun así, todos ellos en las más terribles circunstancias tienen en común una sonrisa empecinada, que como premisa nos dice que la felicidad a esa edad se trata de una pulsión de vital, de una pertinaz e implacable dicha que se impone a la bomba, al abuso y a la desgracia.

A nivel mundial, la preocupación por la infancia se consagró a partir de diversas disposiciones tales como la Convención Internacional sobre los derechos del Niño (Naciones Unidas 1989), los acuerdos que surgieron en la Cumbre Mundial a favor de la Infancia (New York 1990), y el Foro Mundial de Educación para Todos (Dakar 2000) donde se han consagrado diversas normas que introducen una mirada desde el enfoque principalmente de los Derechos Humanos del Niño, reconociendo y en otros casos otorgándole la protección legal que la infancia necesita.

Desde la aprobación por la Asamblea General de las Naciones Unidas de la Convención sobre los Derechos del Niño, fueron consagrados los derechos humanos elementales de los niños, niñas y adolescentes, en base a un acuerdo de principios fundamentales como lo son la no discriminación, el interés superior del niño, el derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo y la participación de la infancia.

Muchos años han pasado desde esa histórica fecha, sin embargo el trabajo que desarrollan los organismos internacionales más allá de su constancia, aún tiene mucho camino por recorrer para alcanzar los principios fundamentales de protección consagrados en los instrumentos internacionales mencionados.

El cooperativismo surge como una respuesta a la explotación de un humano por otro y en su matriz está instalada la protección a los más vulnerables y en particular a los niños, a los hijos de aquellos que abrazando, protegiendo y promoviendo las ideas de la economía social, tienen además de una profunda convicción, la certeza que estarán protegiendo a sus hijos y los hijos de sus hijos y los hijos de su prójimo, construyendo una sociedad con justicia social, forjando fraternidad y solidaridad, todos ellos pilares imprescindibles para que el mundo algún día sea mejor y aleje el dolor y el sufrimiento a los más sagrado que tenemos que son los niños.

COOPERATIVA BANCARIA

Julio 2020

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